SANTIDAD, es posible
Asistimos a tiempos difíciles, donde se nos presentan tantos caminos que no podemos evitar ingresar, en
muchas oportunidades, en confusiones o sentirnos aturdidos por los halagos de
un mundo consumista, donde los valores morales parecen no importarle a nadie y
donde nos juzgamos como sapos de otro pozo o bichos raros cuando nos importa
más aquello que enriquece mas el alma que el bolsillo.
No podemos negar que en varias ocasiones, nos vimos tentados a ser como
la mayoría y correr en favor de la corriente, abandonando lo que realmente nos
hace bien y nos ayuda a ser felices como el simple hecho de buscar ser mejores
personas.
La santidad pareciera ser un estado pasado de moda y lo que es peor, nos
han convencido de que, para estos tiempos, es algo imposible de lograr.
Seguramente alcanzar la perfección total es una utopía para cualquier
persona dadas sus limitaciones, condicionamientos y debilidades. Pero no se
trata de lograr la perfección, sino de buscarla día a día, con serenidad y
perseverancia.
Ser mejores es un camino que se emprende cada mañana; que tiene
obstáculos fuertes; que a veces se presenta asfaltado y en otras oportunidades,
lleno de pozos y lomadas.
Que el mundo quiera conducirnos a ideas de materialismo y alejarnos de
la verdadera felicidad, no es un gran descubrimiento. Por el contrario, lo
podemos percibir a cada minuto y sentir ese oleaje que pretende (y a veces lo
consigue) remolcarnos hacia objetivos que no son los esperados y desviarnos de
aquellos ideales o proyectos de vida que alguna vez fuimos capaces de elaborar
y poner en marcha.
Procurar ser mejores hoy más que ayer, debe convertirse en el pan de
cada día.
Algo debemos intentar para redescubrir la esperanza de disponer de una
sobresaliente humanidad.
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