CUIDEMOS EL CORAZÓN


El libro de los Proverbios 4,23 dice “Sobre todas las cosas, cuida tu corazón porque él es el origen de la vida”.
Cada latido de nuestro corazón nos informa que estamos vivos y si él enferma, los síntomas son decaimiento, dolor punzante en el pecho, agitación, edemas, palpitaciones entre otros.
Todo lo anterior es teniendo en cuenta al corazón como un órgano de nuestro organismo corporal.
Pero… ¿Cuáles son los síntomas de un corazón espiritualmente enfermo?
Sólo nos resta salir a la calle o encender el televisor y observar lo que nos está sucediendo como sociedad. Porque los síntomas de un corazón espiritualmente en decadencia se expande exponencialmente a toda la humanidad.
Violencia, pedofilia, trata de personas, corrupción, guerras, delincuencia, adicciones y la lista sigue indefinidamente.
Cuidar el corazón es cuidar la vida en todos los aspectos.
Atenderlo es alimentarlo con la adhesión hacia los buenos principios morales; es enseñarle a amar incondicionalmente, sin prejuicios ni discriminaciones; es prepararlo para el desprendimiento o el desapego y conducirlo por el camino de la solidaridad; es ejercitarse en la empatía, para que, poniéndonos en el zapato del otro, midamos mejor nuestras decisiones, nuestras palabras y nuestras acciones.
Los males de nuestra sociedad nacen en el corazón enfermo de hombres mediocres y sin escrúpulos, egoístas y déspotas.
Más tarde, nos encontramos contagiados porque no supimos frenar a tiempo nuestros deseos más oscuros mientras nos dejábamos seducir por la ambición y el poder, o bien, nos hemos vueltos víctimas circunstanciales de un sistema despiadado.
El corazón es el origen de la vida pero, si no lo cuidamos debidamente, puede transformarse en el origen mismo del mal y de la muerte.
De nosotros depende atender las necesidades espirituales de nuestro corazón. Tomemos la mejor decisión.

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