EL DIFÍCIL CAMINO DEL REGRESO


Ir es fácil. Ir es tentador, aventurero y desafiante.
Pero cuando ese “ir” es en dirección equivocada por cobardía, por rebeldía, o por arrogancia, tarde o temprano surge la necesidad de volver para reiniciar todo, ahora con más experiencia.
Sin embargo, en ese “ir” fuimos construyendo vínculos (algunos no deseados), dejando marcas dolorosas (en los otros y en nosotros) y ni siquiera fuimos cuidadosos en ir marcando con migajas la senda recorrida para después saber cómo retornar.
En este punto el corazón parece querer estallar y no disponemos de una varita mágica para que, en un “abracadabra” todo vuelva a ser como antes.
Ya fuimos, ya experimentamos vivencias esperadas y no esperadas, los vínculos y construcciones ya están ahí, mirándonos mientras nos recuerdan qué fue (si es que lo sabemos) lo que nos condujo hacia aquellos caminos.
Ahora se trata de encontrar el modo de volver al punto de inicio, a aquello que éramos pero que, para aquel entonces no nos conformaba.
Ahora se precisa “nacer de nuevo”, morir al hombre viejo. El “ir” fue una decisión fácil, loca, pero fácil.
El regreso es otra cosa. Es una aventura superior y más desafiante, hasta intimidante si se la mira con prudencia, pero absolutamente necesaria. Si el lugar en donde nos encontramos no es el que esperábamos, no colma nuestras expectativas y nos mantiene con un sabor amargo todo el tiempo no hay nada que discutir, el regreso se vuelve una urgencia.
No obstante, el temor que se siente debe ser combatido con la conciencia clara de que ya no somos aquel que partió, somos distintos, experimentados, más fuertes. Hemos aprendido de nuestros errores y, aunque parezca una fantasía, no debemos dudar de que en nuestro interior, tenemos claro sobre lo que hay que hacer o las decisiones que debemos tomar.
Es difícil el camino del regreso, pero no por eso debemos dejarnos amedrentar, no por eso debemos dejar ir la oportunidad de empezar de nuevo, de convertirnos en una nueva persona, de reconstruir nuestra existencia mientras se disponga del deseo, de la necesidad y de las fuerzas que se necesitan para girar 180 º y dar el paso que nos permitirá encontrarnos otra vez con nosotros mismos.

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